Hoy estuve en el cumpleaños de mis ahijados morochos. Ya tienen 3 añitos y para celebrarlos le hicieron una fiesta con su familia y amiguitos más cercanos, 2 tortas, colchones inflables, música infantil, muchos pasapalos y 2 piñatas. Para ella una linda mariposa y para él, Alex el león de la película Madagascar. Realmente disfrutaron mucho su día!
Ahora bien, al llegar la hora de darle "palo a las piñatas" fue que caí en cuenta de que esta tradición puede ser realmente abominable. Oh sí que puede serlo! Una veintena de niños hacen un círculo alrededor de su personaje favorito colgado del techo y comienzan a gritar eufóricamente "dale, dale, dale" para que otro, con un palo, comience a castigar a carajazos al pobre bicho.
Y como si eso fuera poco, luego los miniverdugos se van contentos con su bolsa llena de los órganos y tripas de los animales en forma de caramelos, chocolates, pulseritas, pitos y demás coroticos.
Finalmente recordé todas las piñatas a las que fui cuando niño e inmediatamente pensé en que el purgatorio facilmente podría ser una gran piñatería donde nos van a recibir todos esos personajes de cartón para castigarnos con sus grapas oxidadas. Allá estarán Batman, los "teletubbies", Bob Esponja y la inocente Hello Kitty convertidos en "zombies" de papel maché para darnos nuestro merecido.
Tal vez los mejicanos se salven de este infierno porque sus piñatas son simples bolas con picos de colores, pero nosotros que no nos pelamos un personaje de moda, seguramente vamos derechito para allá.
Creo que evaluaré la posibilidad de abrir un negocio de piñatas con figuras malignas como Jason (el de Martes 13), Freddy Krueger, Hitler o algún presidente que cante desafinado. Eso tendría más sentido...no?
En fin, no nos queda más que arrepentirnos, elevar nuestras plegarias por la mariposa y Alex el león...y chuparnos los dedos porque, no nos engañemos, esos caramelos productos del pecado y que caen del cielo, siempre han sabido muy bien!